LA UNIDAD DEL CUERPO

¿Qué es la iglesia? Quizás responderás: somos nosotros. ¡Muy bien! La iglesia no es un edificio o un lugar. Pero pregunta de nuevo: ¿qué es la iglesia? Si somos nosotros, ¿para qué somos iglesia? ¿Cómo debemos funcionar? ¿Qué debemos hacer?

Para algunas personas, la iglesia es un lugar donde los músicos y el pastor montan un espectáculo. Es un espectáculo espiritual, con ciertas referencias a la Biblia y algún esfuerzo por sentir la presencia de Dios. Para estas personas, una buena iglesia es una iglesia donde hay un buen espectáculo; se supone que, como en cualquier espectáculo, hay que pagar un precio de entrada, pero hasta allí llega la responsabilidad del espectador.

Es fácil distinguir a esta gente, porque tan pronto ya no les guste el espectáculo, se van en busca de otro teatro - digo, otra iglesia. Son los primeros en irse si el pastor se va. Suelen hablar de "la iglesia del pastor fulano", en lugar de "nuestra iglesia" o "la iglesia del Señor".

Para otras personas, la iglesia se parece más a un club social. Claro, no se sirven bebidas alcohólicas - bueno, al menos en la mayoría de las iglesias - pero sus razones por asistir a la iglesia se parecen mucho a las razones por las que van a un
club: para conocer gente, para sentirse bien, para relajarse un rato. Esta gente sólo disfruta la alabanza si el estilo de música les agrada; muy apenas toleran la predicación, porque quieren salir a conversar con sus amigos.

¿Qué es la iglesia? ¿Un teatro? ¿Un club? La Biblia describe la iglesia de diferentes formas, pero una de las formas principales de ellas es como un cuerpo. Cada cuerpo tiene una cabeza, que controla sus movimientos. La cabeza de la iglesia es Jesucristo. Cada cuerpo también tiene muchos miembros, y así es la iglesia
también.

Hay ciertas cosas que son esenciales si un cuerpo va a funcionar bien. También hay ciertas cosas que tienen que suceder si la iglesia va a funcionar bien. Abramos la Biblia en Romanos 12:3-8 para ver algunas de ellas:

12:3 Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. 12:4 Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, 12:5 así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y
todos miembros los unos de los otros. 12:6 De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; 12:7 o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; 12:8 el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría.

¿Qué sucedería conmigo si alguien me descuartizara? ¿Cómo funcionaría mi cuerpo si uno de mis brazos se encontrara por allá, una pierna por acá y el tronco por otro lado? ¿Podría funcionar así mi cuerpo? ¡Claro que no! De hecho, ¡estaría muerto!

Para que un cuerpo pueda funcionar, tiene que mantenerse unido. Es obvio en el caso de un cuerpo humano, pero es igualmente cierto en la iglesia de Cristo. Al llegar a tener fe en Jesucristo, Dios nos ha hecho parte de su cuerpo. Tenemos que esforzarnos por mantener esa unión, porque de otro modo, no podremos lograr nuestro propósito.

Para mantener esa unión, cada miembro tiene que medirse correctamente. Esta es la primera gran idea que encontramos en este pasaje. Observemos el verso 3. Pablo habla por la gracia que le ha sido dada. Se refiere a la gracia de ser apóstol. Pablo no decidió ser apóstol; él no escogió entre varias opciones diferentes de carrera pensando: ¿Qué seré? ¿Seré chef? No, no me gusta cocinar. ¿Seré jardinero? No, les tengo alergiaa las plantas. ¡Ya sé! Voy a ser un apóstol. Me gusta predicar.

¡Eso no es lo que sucedió! Más bien, Dios lo llamó cuando predicar a Cristo era la última cosa que se la habría ocurrido hacer. El se encontraba persiguiendo a los seguidores del Señor cuando Jesús le llamó. Fue totalmente por la gracia de Dios, no
por iniciativa de Pablo.

Pero hay una cosa muy interesante. Así como Palo recibió la gracia de ser apóstol, cada uno de nosotros que es creyente ha recibido gracia también. Lo dice el verso 6: "Tenemos dones diferentes, según la gracia que se nos ha dado". El mismo Dios que, por su gracia, llamó a Pablo a ser apóstol y le dio la autoridad para escribirnos esta instrucciones también te ha dado a ti y me ha dado a mí un lugar, un puesto, un papel para jugar en su iglesia.

Ahora bien, si nuestro lugar en el cuerpo de Cristo es por gracia, eso significa que tenemos que medirnos correctamente. Y esto es precisamente lo que vemos en el verso 3. La medida que tenemos que usar para medirnos es la medida de la fe. En otros palabras, tenemos que medirnos conforme a la verdad que hemos llegado a creer en Jesucristo.

¿Con qué medida te mides tú? ¿Te comparas con otra gente en la iglesia? Quizás te comparas con algún líder, y te sientes inadecuado porque nunca podrás ser como él. O quizás te comparas con alguna persona que todavía tiene muchas heridas de la vida,
y te sientes muy superior.

¡Estás usando la medida equivocada! La medida correcta es la medida de la fe. Lo que realmente importa es cómo te ves a comparación con lo que Jesucristo dice de ti. Por fe sabes que eres hijo de Dios, que Jesucristo te llama hermano, que formas parte de un sacerdocio real con un lugar muy importante en el plan de Dios para el universo.

Pero si te sientes mejor que otros, si te mides con medidas humanas para sentirte más, crearás problemas muy graves. ¿Qué sucede en un cuerpo cuando uno de los miembros es más grande de lo debido? Parece chistoso, pero no lo es. Algunas enfermedades hacen que las extremidades del cuerpo se hinchen, y crea un efecto muy doloroso para la persona.

En cierta ocasión, una avispa me picó el dedo. El dedo se empezó a hinchar, luego los otros dedos se hincharon, y por fin quedé con toda la mano hinchada. Durante los días que duró el efecto de la picadura, casi no me podía concentrar en nada más. No podía usar bien la mano. Mi vida quedó muy afectada, sólo porque uno de mis miembros se hinchó.

Esto es lo que sucede en la iglesia cuando uno de los miembros no comprende su posición en Cristo. Empieza a compararse con los demás, a sentirse más o sentirse menos, y se hincha. Al estar hinchado, también se pone sensible. Cualquier cosa le ofende. Es sólo cuando todos conocemos quiénes somos en Cristo que podemos trabajar juntos en armonía. Cada miembro tiene que medirse correctamente.

La segunda clave para que la iglesia funcione bien, la segunda gran idea de este pasaje, se encuentra en los siguientes versículos. Es muy sencillo: cada miembro tiene que realizar su función. Eso significa que cada uno de nosotros tiene una función. El cuerpo humano no tiene miembros sobrantes, y la iglesia de Cristo tampoco los tiene. Si Cristo te ha salvado, es para hacer algo.

No todos vamos a hacer lo mismo. Dios nos ha dado diferentes dones. El apóstol Pablo aquí menciona algunos de los dones. Esta lista no es completa; de hecho, cada lista que encontramos en la Biblia de los dones es un poco diferente. Esto significa que, aparte de los dones principales, hay una gran diversidad de dones.

Aquí se mencionan algunos. Profetizar es dar un mensaje que uno ha recibido directamente de Dios. Es fácil que la persona que tenga el don de profecía se enorgullezca y trate de usar su don para su propio beneficio. Es por esto que Pablo dice que lo use de acuerdo con, o en proporción con, su fe.

Otro tendrá el don de servicio. Este es el don de ver las necesidades físicas de otros, y ayudarles. Otro tendrá el don de enseñanza, la capacidad para comunicar claramente la verdad bíblica. Otro tendrá el don de la exhortación, que es animar a los creyentes a vivir la verdad del evangelio.

Se mencionan varios dones más. El punto clave es que cada uno tiene que ponerse al servicio del cuerpo en la capacidad que el Señor le ha dado para ayudar, enseñar, dar, animar y todas las demás cosas que tienen que suceder en una iglesia. Si esto no
sucede, el cuerpo no podrá hacer todo lo que debe.

¿Con qué intención participas en la iglesia? ¿Lo haces para ver qué puedes recibir? Dios puede bendecirte de muchas formas por medio de la iglesia. Sin embargo, si tú conoces a Cristo, El te está llamando para buscar lo que puedes dar a la iglesia. Yo me temo que esta iglesia se va a desmoronar si todos no ponemos al servicio del cuerpo nuestros dones.

Quizás tú no sepas cuál es tu don. ¡No te preocupes! Sólo busca la necesidad que tú puedes llenar. Si ves a alguien que está desanimado, ¡anímalo! Si ves a alguien que sabe menos que tú, enséñale con humildad lo que sabes. Si ves a alguien que necesita algo, y puedes ayudarle, ¡ayúdale! Si tú estás dispuesto a servir, Dios te mostrará dónde hacerlo.

CONCLUSIÓN:
Quiero invitarte hoy a tomar una decisión. ¿Qué clase de iglesia seremos? ¿Seremos una iglesia tipo teatro? ¡La verdad es que yo no puedo montar muy buen espectáculo! ¿Seremos una iglesia tipo club? ¿O seremos el cuerpo de Cristo? Dios nos está llamando a unirnos y trabajar juntos para levantar la iglesia que El quiere ver aquí. ¿Cuál será tu decisión?

PREGUNTAS QUE REQUIEREN RESPUESTA

Pregunta: "¿Qué es la teología sistemática?"

Respuesta:
La palabra “teología” viene de dos palabras griegas que significan “Dios” y “palabras”. Combinadas, la palabra “teología” significa “estudio de Dios”. Sistemático se refiere a algo que es puesto bajo un sistema. Teología sistemática es por lo tanto, la división de la teología bajo sistemas que explican sus diversas áreas. Por ejemplo, muchos libros de la Biblia dan información acerca de los ángeles. La teología sistemática toma toda la información sobre los ángeles de todos los libros de la Biblia, y la organiza dentro de un sistema – angelología. Eso es de lo que trata la teología sistemática – organizar las enseñanzas de la Biblia en sistemas de categorías.

La Teología Propia es el estudio de Dios el Padre. Cristología es el estudio de Dios el Hijo, el Señor Jesucristo. Pneumatología es el estudio de Dios el Espíritu Santo. Bibliología es el estudio de la Biblia. Soteriología es el estudio de la salvación. Eclesiología es el estudio de la iglesia. Escatología es el estudio del fin de los tiempos. Angelología es el estudio de los ángeles. Demonología cristiana es el estudio de los demonios desde una perspectiva cristiana. Antropología cristiana es el estudio de la humanidad. Hamartiología es el estudio del pecado.

La teología bíblica es el estudio de cierto libro (o libros) de la Biblia, enfatizando los diferentes aspectos de la teología en la que se enfoca. Por ejemplo, el Evangelio de Juan es muy Cristológico puesto que se enfoca mucho en la deidad de Cristo (Juan 1:1,14; 8:58; 10:30; 20:28). La teología Histórica es el estudio de doctrinas y cómo éstas se han desarrollado a través de los siglos de la iglesia cristiana. La teología Dogmática es un estudio de las doctrinas de ciertos grupos cristianos que tienen doctrina sistematizada, por ejemplo la teología Calvinista y la teología Dispensacional. La teología Contemporánea es el estudio de doctrinas que se han desarrollado o que han captado la atención en tiempos recientes. La teología Sistemática es una importante herramienta para ayudarnos a comprender y estudiar la Biblia de manera organizada.

LA AUTOESTIMA DE LA MUJER DE DIOS

Salmo 139:1-13

Pastora Patti de Orellana

INTRODUCCION: Quiero comenzar haciendo una declaración que estoy segura que nos va a levantar el ánimo. Dios te ama y te acepta como eres ahora, pero él desea que el potencial que ha depositado en ti, florezca día a día.

La autoestima Podríamos definirla como la forma en que las personas se sienten con respecto a sí mismas y como se valoran. La autoestima se basa en los pensamientos, sentimientos, sensaciones y experiencias que tenemos a lo largo de nuestra vida. Desde muy temprana edad, consciente o inconscientemente, empezamos a formarnos un concepto de nosotros mismos el cual es tremendamente influenciado por la manera como nos ven y nos aceptan o rechazan las personas que nos rodean, principalmente, nuestros padres, hermanos, otros familiares, maestros, compañeros y amigos.

La forma en que una mujer se siente con respecto a la aceptación y respeto de sí misma afecta directamente todos los aspectos de su vida, desde su desempeño en el trabajo, como esposa, como madre, como hija y socialmente. La mayoría de problemas emocionales tales como temores, angustias, depresión, complejos, soledad, culpabilidad, adicciones, rendimiento intelectual, etc., que enfrentan las mujeres de todas las edades, están casi siempre relacionados con la identidad y una baja auto estima.

Además de la influencia en nuestra vida de lo que dicen los demás de nosotras, vivimos en un medio en el que los anuncios publicitarios, las películas, los programas de televisión nos envían mensajes de estándares y parámetros que “son necesarios” para ser una persona de “éxito” y equivocadamente muchas mujeres los escuchan, los creen y miden su valor e identidad en la medida que puedan alcanzar tales fantasías. Algunas de estas mentiras que nos bombardean constantemente pueden ser: La apariencia, por la que gran cantidad de mujeres tienen su identidad basada en su apariencia y como se sienten respecto a ella e invierten cualquier cantidad de tiempo y dinero en gimnasios, ropa y todo lo relacionado con el arreglo personal. Realización o logros obtenidos: Otras mujeres fundamentan su valor sobre las obras que realizan lo que implica que solamente tienen valor de acuerdo a sus acciones las cuales no tienen que ver necesariamente con la integridad y el carácter. Claro, nuestros logros sí pueden decir algo de nosotros pero no son totalmente representativos de quienes somos ni cuanto valemos. Las posesiones tales como casa, carros, ropa de marca etc., son otro aspecto que también influye en la auto valorización de una persona.

Éstas y muchas mentiras mas son el mensaje de nuestra sociedad: Solo eres una persona respetable y de valor si vives en una gran casa, tienes éxito profesional y financiero, tienes un carro fino último modelo, ropa de marca etc. y lo más triste de este mensaje es cuando las mujeres lo creen y aceptan que solo valen si son bellas, si usan productos de las mejores marcas, si han tenido éxito en lo que hacen o han sido prósperas financieramente.

Sin embargo, ya sea a consecuencia de palabras de rechazo o condenación que hayan influido en nuestra propia valorización, o sea por el mensaje y los parámetros que nos ha impuesto la sociedad para ser una persona de valor, es importante saber que en ningún momento esta es una base firme para edificar nuestra autoestima. El único fundamento valedero para levantar nuestra autoestima y que define nuestra identidad procede de nuestro hacedor y no de lo que hacemos: Dios mismo.

Lo que más debe importarnos es como nos ve Dios, lo que El piensa de nosotras y lo inmenso de su amor y misericordia. Con sus propias manos nos ha creado y formado. Salmo 139:13 “Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. 14 Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien.” Además, todos hemos sido formados con un propósito divino: Salmo 139:16 “Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas Que fueron luego formadas, Sin faltar una de ellas.” Y tenemos tanto valor para El que fuimos comprados por la sangre de su hijo. Juan 3:16 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” El nos ha dado una identidad como hijos suyos: Salmo 100:3 “Reconoced que Jehová es Dios; El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.”

VEAMOS: El proceso del cambio de identidad

Cuando tomamos conciencia de que tenemos un problema de autoestima, el siguiente paso es resolverlo. Si ya has identificado cuales son las bases que han determinado tu identidad y tu autoestima, el siguiente paso es tomar la decisión de deshacerte de algunos conceptos que has tenido de ti misma y que te hacen daño o te limitan para desarrollarte plenamente y disfrutar de tu verdadera identidad.

Si has reconocido situaciones dolorosas, rechazos o humillaciones como el origen de tu baja autoestima, este es el momento de perdonar y entregárselas al Señor. El es un Padre cariñoso que se preocupa por ti, te cuida y se interesa hasta en los detalles más secretos de tu vida. Mateo 10:29 “¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. 30 Pues aun vuestros cabellos están todos contados. 31 Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos”. Recuerda que El te conforta: 2Corintios 1:4 “el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios”.

Recuerda que con el Señor no necesitas esforzarte con el propósito de sentirte valiosa. Tú eres su especial tesoro porque él así lo dijo en Éxodo 19:5 ”Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra.” Además pagó por ti el precio que nadie en todo el universo podría superar, tú tienes el valor de la preciosa sangre de Jesús. Tampoco necesitas demostrarle cuan competente eres, porque él te hizo competente. 2Corintios3:5 “no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios”. Y con la confianza de saber que todo lo puedes en Cristo que es tu fortaleza.

Dios te ama y te acepta como eres ahora, pero él desea que el potencial que ha depositado en ti, florezca y llegues a ser la mujer que tu deseas ser. Filipenses 1:6 “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”

Eres su hija y perteneces a su familia: Juan 1:12 “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”

No reconocer nuestro valor es desvalorizar al Dios que mora en nosotros su obra y es menospreciar el sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario. Cuando nos aceptamos a nosotros mismos como una obra de Dios, cuidamos nuestro cuerpo porque es morada del Espíritu Santo y reconocemos el valor que tenemos. En ese momento será posible valorar y hacer sentir especiales a las personas que nos rodean.

Necesitamos conocer a Dios a través de la Biblia y no solo estar informados sino creer y vivir lo que él dice, piensa y espera de nosotros. Todas las bases de nuestra identidad deben ser puestas sobre la roca inamovible que es Cristo Jesús, pues su amor y fidelidad son para siempre.

REFLEXIÓN DEL DIA

Todo el mundo se ve afectado por pruebas, dificultades y problemas. La diferencia está en cómo reacciona cada uno ante ellos.