DEBEMOS CUIDAR A NUSTRO PASTOR

Pastor: Isaú Orellana
Domingo, 23 de noviembre de 2008
Idec. San Miguel, Petapa

Derivado del “éxito” que tienen algunos Pastores, es que viven desahogadamente. Muchas personas no cristianas asumen que el Pastorado es un negocio en el que se saca provecho de los miembros, cuando la realidad es que el 99% de quienes ejercen el Pastorado lo hacen bajo condiciones difíciles y su economía no sobresale.

Recuerdo mucho la expresión de un Pastor quien dirigiéndose a la congregación decía: “ustedes son 120 pares de ojos que me miran y yo tan solo tengo un par para mirarlos a ustedes”. Esto en alusión a ciertas críticas de las cuales estaba siendo objeto. El trabajo pastoral es sin lugar a dudas uno de los más difíciles que hay, pues el Pastor tiene sobre sus hombros la carga espiritual de quienes son miembros de la iglesia que pastorea, además de la de su propia familia. NO es raro que la comida preferida de muchos cristianos sea “El Taco de Pastor”.

Quisiera que reflexionemos algunos pasajes de las Escrituras que nos enseñan cómo debe ser nuestra relación con los pastores.

Primeramente, debemos reconocer que el pastorado es una profesión en la cual es indispensable el “llamado de Dios”, puesto que la actividad misma es un Don Espiritual que sólo puede otorgar Dios.

“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros” (Efesios 4.11).

No quiero pasar por alto que hay quienes sin tener el “llamado ni el don de Dios” ejercen el pastorado por motivaciones diversas. Algunos debido a que sus esposas o novias eran misioneras, otros porque fueron objeto de presión de sus padres o de su Iglesia, otros por no contar con otra alternativa, etc. En estos casos es responsabilidad de la Iglesias cuidar que las características que enumera 1 Timoteo 3:1-7 y Tito 2:1-10 sean manifiestas en sus pastores.

La Palabra de Dios dice: Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan (1 Tesalonicenses 5:12)

Esta porción tiene muchas implicaciones, puesto que el reconocimiento al que se refiere la Escritura, contempla no solo reconocer “un buen trabajo” o “una buena prédica”, sino el cuidarle de forma integral. Por ejemplo, permitirle pasar tiempo con su esposa e hijos. Esto implica que el día de asueto que se le conceda sea uno que le permita ejercitar una verdadera convivencia con su familia. También es darle apoyo material para que desarrolle su trabajo, así como apoyo moral y físico, ayudándole en ciertas tareas que también son parte de la responsabilidad de los miembros, tales como el evangelismo, la visitación, la enseñanza, etc..

Uno de los aspectos que pareciera ser “doloroso” para las Iglesias es la designación del salario, el cual debe ser digno, acorde a las posibilidades de la Iglesia y que le permita vivir dignamente dando sostenimiento a su familia.

“8¿Digo esto sólo como hombre? ¿No dice esto también la ley? 9Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al buey que trilla. ¿Tiene Dios cuidado de los bueyes, 10o lo dice enteramente por nosotros? Pues por nosotros se escribió; porque con esperanza debe arar el que ara, y el que trilla, con esperanza de recibir del fruto. 11Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo material?

12Si otros participan de este derecho sobre vosotros, ¿cuánto más nosotros? Pero no hemos usado de este derecho, sino que lo soportamos todo, por no poner ningún obstáculo al evangelio de Cristo. 13¿No sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas, comen del templo, y que los que sirven al altar, del altar participan? 14Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio” (1 Corintios 9:8-14)

Es común en las Iglesias de Latinoamérica, asignar salarios mínimos al Pastor (pagándoles a destiempo y con moneditas). He escuchado expresiones de quienes dicen que los Pastores “deben de sufrir”, hay quienes se molestan por el hecho que el Pastor tenga aspiraciones a poseer una casa para su familia o un auto, y otra circunstancia no menos grave, es que en su mayoría las Iglesias esperan que tanto la esposa del Pastor como sus hijos participen del trabajo Pastoral, es decir que aun a la familia del pastor le asignan cargas que no tienen porque llevar.

“7Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe. 8Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”. (Hebreos 13:7-8)

De forma reiterada, la Biblia nos pide ser considerados con el Pastor. Las Iglesias exigen demasiado de su Pastor, los quieren disponibles las 24 horas, les llaman para atender cualquier problema por mínimo que sea sin importar el horario. Pasan por alto que los Pastores son personas con sueños, anhelos y aspiraciones como cualquier otra persona. Ellos también pasan pruebas y luchas y sufren de tentaciones al igual que todos, y muchas veces en aras de “atender “ a la Iglesia, descuidan a su propia familia. Muchos de ellos pierden a sus propios hijos quienes se refugian en el mundo, pues el peor testimonio lo recibieron de su Padre quien siempre estuvo atento a la congregación y muy pocas veces a sus hijos.

Esto es corresponsabilidad de la Iglesia, quien debe ayudar a que su pastor mantenga una comunión efectiva con su propia familia. Y cuando el pasaje refiere “Acordaos de vuestros pastores”, no significa que debamos “comparar” al actual Pastor con alguno que hayamos tenido en el pasado, esperando que sean iguales y no reconocer que a cada cual Dios ha dado dones diferentes y estilos diferentes. Es triste que algunas Iglesias critiquen el trabajo Pastoral debido a que añoran al Pastor anterior.

Lo más difícil para la Grey es someterse al liderazgo y autoridad que Dios le confiere al Pastor. Cierto es que algunos pastores abusan del poder, y lejos de ser bendición para la Iglesia, la afectan y lastiman de manera sensible.
La Biblia dice:
“3Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, 4está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, 5disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales.” (1 Timoteo 6:3-6)

Por ello es importante que cada cual se alimente de la Palabra de Dios y pueda con ellos detectar este tipo de actitudes.

Un buen Pastor cuida la vida espiritual de la Grey y se ocupa en su crecimiento. Cuando se ministra la sana doctrina y se guía a la Iglesia a la meditación y reflexión de las Escrituras, se tiene el suficiente conocimiento espiritual para discernir la calidad espiritual del Pastor, de tal manera que la misma congregación “pastoree” a su Pastor a efecto de determinar a tiempo cualquier desviación en la doctrina que a la postre afecte a la Iglesia.

Cuando el Pastor es un verdadero siervo de Dios, la Iglesia debe someterse tal y como lo instruye la Escritura:

“Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso. (Hebreos 13:17)

Es pues nuestra responsabilidad como miembros de la Iglesia de Dios, velar por nuestros pastores y sus familias coadyuvando en su ministerio para beneficio espiritual de la Grey.

UNA PERSONA VERDADERAMENTE ARREPENTIDA

Por: Samuel González

PROVERBIOS 28:13: El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.

1. Inculpa a otra persona: -«Fulano hizo esto y otro; entonces yo reaccioné de tal o cual forma». O, «Me arrepiento pero la razón de mi pecado es porque usted hizo así y me provocó».

2. Culpa a las circunstancias: «Las circunstancias me llevaron a hacerlo». El hecho es que la única causa que Dios reconoce es nuestro propio corazón pecaminoso.

3. Culpa a la naturaleza humana:« Soy solo un humano». (Esto realmente significa «Dios me hizo, por tanto, si peco, Él es responsable»- (Dios es el pecador, no yo.)

4. Da al pecado otro nombre.

5. «Tomé una decisión equivocada». (No, -yo pequé.)

6. «Decisión equivocada: La culpa es por último una falta de entendimiento de mi parte más bien que un corazón pecaminoso».

7. Inmadurez: «La culpa es debido a una falta de crecimiento, no a mi corazón pecaminoso. De esta forma se culpa realmente al tiempo por nuestro pecado, más bien que a nosotros mismos. El tiempo no es algo que yo controlo, por tanto, la culpa la tiene algo que no soy yo, y yo no soy responsable».

8. Infortunio: «Yo caí en eso. Por tanto, el pecado fue como un hueco en la tierra que no vi, así que no puedo ser responsable porque yo no lo puse allí. La realidad es que fui atraído al hueco en primer lugar porque había algo en el hueco que le gustó a mi corazón».

9. Una prueba: Llama prueba a una conducta pecaminosa en lugar de Pecado. La Biblia nunca hace esto.

10. Soy víctima: «Actuar como una víctima del pecado en lugar de reconocer que es un pecador».

11. Actuar trivialmente: El pecado que cometí es un acto no típico, aislado de lo que hay en mi corazón. O, las consecuencias son benignas, por tanto, el pecado no es importante. (Todo pecado es importante, aunque no todos los actos son igualmente pecaminosos).«Mi pecado de chisme no es asesinato...por tanto, mi pecado de chismees trivial».

12. Confesarse en términos generales: Pedir perdón en términos vagos o en una forma general. «Siento haberla ofendido», en lugar de «Perdóneme que cometí contra usted tal o cual pecado».

QUÉ Y CÓMO ES LA ADORACIÓN

Pastor: Isaú Orellana
Domingo, 15 de febrero de 2009
# 02 - 2009


Introducción: Se cuenta de un pastor que asistió a una conferencia donde estaban exponiendo el libro de Apocalipsis, y cuando el conferencista dijo: ¡será hermoso unirnos a la adoración de los veinticuatro ancianos en el cielo! El pastor se puso de pie y dijo: “no quiero ir al cielo, porque aquí no soporto a siete ancianos, mucho menos soportaré a veinticuatro”.

La Biblia no solo nos dice el «porqué» de la adoración, sino también el «cómo». Apocalipsis 4:8-11; 5:8-14.

La adoración que es aceptable para Dios involucra más que solo hacer las cosas correctas. También significa ofrecerlas «en la fe» (Hebreos 11:4), «en espíritu» (Juan 4:24), y «en reverencia y temor». Y si bien no se puede obligar a una persona a tener estas actitudes, pero sí podemos desarrollar una atmósfera de «reverencia y temor» en medio de la congregación de los santos, es decir, entre nosotros. Veamos a continuación tres aspectos importantes de la adoración.

I. Preparación

A. Desde tiempos del Antiguo Testamento hubo personas cuya responsabilidad era preparar la música para poder lograr excelencia y bendición en la adoración.

“Asimismo dijo David a los principales de los levitas, que designasen de sus hermanos a cantores con instrumentos de música, con salterios y arpas y címbalos, que resonasen y alzasen la voz con alegría”. 1 Crónicas 15:16. (Observemos cuántos salmos bíblicos fueron dados al director de música para la preparación.)

B. Los directores de música sabían que la preparación era fundamental, y que no era cosa de "depender sólo del Espíritu". Para lograr que la música y el mensaje se complementaran y fueran para edificación, era necesaria la preparación previa.

C. Usted y yo necesitamos prepararnos para adorar a nuestro Dios.

1. Lo primero es un espíritu quebrantado.

a. Que reconoce que ha desobedecido y pecado contra Dios.
b. Está susceptible al arrepentimiento.

2. Es un corazón dispuesto. “Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciaras tú, oh Dios”. Salmos 51:17.

3. Como resultado usted estará deseoso de buscar la presencia de Dios a través de su pueblo; su iglesia.

II. Dirección

A. Se entendía que la mente y el corazón de las personas debían ser dirigidos para que hubiera una profunda adoración a Dios.

La adoración no ocurre accidentalmente; requiere de la iniciativa y el liderazgo que lleva al pueblo de Dios a responder al Señor de manera apropiada.
Analicemos los versículos Ap. 4: 8-11:

B. “Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir”.

1. “no cesaban” = disposición.
2. “día y noche” = no ponen excusas.
3. “Santo, santo, santo es…” = reconocen todo lo majestuoso, grande, misericordioso y bueno que es Dios.

C. “Y siempre que aquellos seres vivientes dan gloria y honra y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono…”

1. “Y siempre que aquellos seres vivientes dan honra y gloria y acción de gracias… los veinticuatro ancianos se postran…” hno.… ¡por favor reaccione!, ¡diga algo!; que nos ha pasado que hemos dejado de hacer estas cosas…

2. ¡ADORAN AL QUE VIVE POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS!
3. “Y echan sus coronas”.

III. Participación significativa

A. El propósito no era que el músico se "luciera", sino que el pueblo fuera motivado y llevado a una participación significativa.

En otras palabras, no eran los expertos quienes llevaban a cabo la adoración, sino que ayudaban a que todos adoraran.

B. A su vez, se reconocía que la música era sólo una parte, que la oración, la confesión o testimonios, las ofrendas y los diezmos, la lectura de la Palabra, los cantos especiales y la exposición de la Palabra eran también esenciales en la adoración.

Hoy en muchas iglesias parece que sólo la música importa y, lamentablemente, los demás elementos han sido descuidados.

C. En Apocalipsis 4:11 encontramos a los adoradores atribuyendo valor a Aquel que está sobre el trono, manifestándole que Él es digno.

Esta es la adoración: la atribución que valora a Aquel a quien se adora: “Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el Poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas”.

D. 8 “Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;

9 y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;

10 y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.

11 Y miré, la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones,

12 que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.

13 Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.

14 Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraban sobre sus rostros y adoraban al que vive por los siglos de los siglos”.

Conclusión.

LA ADORACION ACEPTABLE

Pastor: Isaú Orellana
Domingo, 8 de febrero de 2009
# 01 - 2009

Introducción: El día de hoy vamos a iniciar una serie de enseñanzas que tienen que ver con la adoración de los creyentes hacia Dios. En los próximos Domingos Dios nos va a estar hablando a través de su Palabra de cómo debemos adorarle. Este día vamos empezar hablando de la adoración aceptable. Vamos a conocer cuatro aspectos a la luz de la Palabra de Dios, de la adoración aceptable. Veamos que:

I. La adoración aceptable se dirige a la persona correcta

A. No a los ídolos (Ex. 20:3; 1 Cor. 10:14; 1 Juan 5:21; Apoc. 21:8)

B. No a los hombres (Hech. 10:25, 26; Hech. 14:11-15)

C. No a los ángeles (Apoc. 19:10; 22:8, 9)

D. Sino a Dios (Ex. 20:3; Mat. 4:10)

II. La adoración aceptable es compuesta de actos escriturales de culto - no de invenciones humanas

A. Caín trató de adorar a Dios según su propia opinión (Gén. 4:3)

B. Los fariseos trataban de adorar a Dios según los mandamientos de hombres (Mat. 15:9)

C. Dios no es honrado con manos de hombres (Hech. 17:24, 25)

III. La adoración aceptable se lleva a cabo según el plan de Dios

A. A veces los hombres practican los actos de culto que Dios ha autorizado, pero de una manera que Dios no ha mandado.

B. Ejemplos del Antiguo Testamento:

1. Nadab y Abiú (Lev. 10:1, 2)
El quemar incienso era autorizado, pero la manera en que ellos lo quemaron no era mandado.

2. El Rey Uzías (2 Crón. 26:16-19)
El quemar sahumerios era acto autorizado, pero Uzías no lo practicó según el plan de Dios.

3. Saúl (1 Sam. 15:3, 7-23)
El ofrecer sacrificios era acto autorizado, pero él no lo hizo según el plan de Dios.
C. Ejemplos modernos:

1. El orar es acto escritural (1 Tes. 5:17), pero cuando se ofrece por María no lo es (1 Tim. 2:5)

2. El enseñar es acto escritural (Hech. 20:7), pero enseñar doctrinas de hombres no lo es.

3. Tomar la cena es acto escritural (Hech. 20:7), pero tomarla una vez por año o cada miércoles no lo es.

4. Levantar ofrendas los domingos es acto escritural (1 Cor. 16:1, 2), pero tener ventas de tamales etc. no lo es.

5. Cantar himnos es acto escritural (Ef. 5:19), pero acompañar los himnos con música mecánica no es ejecutar el acto según el plan de Dios, sino que es añadir a su palabra.

IV. La adoración aceptable se ofrece en espíritu y en verdad (Juan 4:24)

A. El fariseo y el publicano ambos se ocuparon en un acto de culto autorizado de Dios (Lucas 18:10-14). Uno ofreció su culto en espíritu y en verdad y el otro no.

B. La viuda pobre y las demás personas que echaron en la colecta practicaron un acto de culto autorizado (Marcos 12:41-44), pero la ofrenda de la viuda fue dada en espíritu y en verdad.

C. El culto aceptable no es ofrecido solamente en espíritu; es decir, que la sinceridad no garantiza que nuestro culto sea aceptable si no es conforme a la verdad - la palabra de Dios (Juan 17:7).

Las Incoherencias de la Vida

Pastor Isaú Orellana
Domingo, 1 de febrero de 2009 (10:00 PM)
Iglesia de Dios E. C. Carabanchel, zona 11
Guatemala.

INTRODUCCIÓN: Se cuenta la historia de un gringo que vino de visita a Guatemala. Caminando por la calle, vio un letrero que decía: Notaría. Era, por supuesto, una oficina de notario; pero con su limitado manejo del idioma español, el gringo lo leyó de otra forma. Siguió caminando, y un poco más adelante se topó con otro letrero. Decía: Hojalatería. Pensó el gringo: ¡Qué incoherentes son estos guatemaltecos! Primero me dicen, "No te rías", y ahora me dicen "Ojalá te rías". ¿Quién los entiende?

Bueno, con un poco más de estudio del español se hubiera resuelto esta aparente incoherencia. Sin embargo, hay muchas incoherencias que no son sólo aparentes, sino reales. La incoherencia hasta aparece dentro de la iglesia. ¿Cuántos creyentes habrá que están viviendo con incoherencias en su vida, incoherencias entre su fe y su manera de vivir?

Si somos creyentes, nuestra fe en Cristo tiene que ir transformando progresivamente cada aspecto de nuestra vida. Esas incoherencias se tienen que resolver para que nuestra vida sea completa, íntegra, adaptada al molde que Dios tiene para ella, en vez de ser una ensalada de pedazos incongruos.

El problema de la vida que no concuerda con la fe no es un problema nuevo. Fue un problema constante en la nación de Israel, y se presentó también en la iglesia primitiva. Veamos la respuesta que da Dios en su palabra ante una de las manifestaciones de este problema.

Lectura: Santiago 2:1-7
2:1 Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas.
2:2 Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso,
2:3 y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: Siéntate tú aquí en buen lugar; y decís al pobre: Estate tú allí en pie, o siéntate aquí bajo mi estrado;
2:4 ¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos?
2:5 Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?
2:6 Pero vosotros habéis afrentado al pobre. ¿No os oprimen los ricos, y no son ellos los mismos que os arrastran a los tribunales?
2:7 ¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros?

Ante el problema del favoritismo, Santiago señala la incoherencia de tener fe en el Señor Jesucristo y dar preferencia a las personas. Aquí vemos un principio muy importante.

I. Nuestra fe en Cristo tiene que transformar cada aspecto de nuestra vida

El versículo uno traza una conexión estrecha entre lo que creemos y la manera en que vivimos. En otras palabras, no es posible para el creyente asignarle a Dios una sección de su vida, y vivir lo demás de la manera en que mejor le parezca. Nuestra fe en Cristo tiene que afectar nuestra manera de vivir.

En un viaje reciente, tuve la oportunidad de conocer a un turista que combinaba el placer con los negocios. Habiendo dejado a su esposa en casa, se buscaba compañeras para andar de parranda.
Hablando con él y su compañera del momento, conversábamos de las iglesias del pueblo. La chica hizo el comentario: "Me gusta mucho el padre de esa iglesia. Él te dice las cosas como son." Me pareció muy interesante esa declaración, tomando en cuenta que ella estaba acompañando a un hombre casado, y era obvio que eran más que amigos. Claramente había una incoherencia entre la fe que creía tener y su forma de vivir.

Cuando comparamos la fe bíblica con las idolatrías del mundo, notamos algo interesante: cuando hay idolatría, hay una inconexión entre la espiritualidad y la moralidad. Varias de las idolatrías antiguas eran cultos a la fertilidad, que incluían el sexo ritual. En muchas partes de América Latina, las procesiones en honor a los santos dan lugar a orgías de borrachera y lujuria.

En cambio, el Dios de la Biblia les exige a sus adoradores que sean santos, como él es santo. Por ejemplo, cuando dio la ley al pueblo de Israel, les dijo: "Yo soy el Señor su Dios, así que santifíquense y manténganse santos, porque yo soy santo." (Levítico 11:44) Del mismo modo, cuando Jesús dio su explicación de la ley, dijo: "Sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto." (Mateo 5:48)

En la falsa religión, cualquiera que sea, hay un desajuste entre las observancias religiosas y la moralidad. El Dios de la Biblia, el Dios de la realidad, nos llama a unir nuestra fe en él a una obediencia viva. Nos exige una fe que se vive. Veamos ahora un ejemplo concreto de esta realidad.

II. Nuestra fe en Cristo tiene que transformar nuestra evaluación de las personas

Santiago nos da un ejemplo muy claro de esto. El menciona a dos personas que entran en la sala de reuniones de la iglesia. Uno de ellos está bien vestido, lleva joyas que indican que pertenece a una clase social elevada, y se ve que es alguien. Por la otra puerta entra un pobre mendigo, vestido de trapos sucios. Al rico se le presenta el mejor asiento, mientras que al pobre se le deja el lugar menos deseable.

Si transferimos esta escena a algún restaurante, o un club de golf, se vuelve totalmente lógico, ¿verdad? Después de todo, el rico tendrá dinero para gastar, mientras que el pobre probablemente sólo viene para tratar de venderles algo a los patrones. Es muy natural que al rico se le presente el mejor lugar, mientras que al pobre se le coloque en el asiento donde menos estorbe.

Pero me pregunto: ¿deberá la iglesia de ser como el mundo? ¡Desde luego que no! El mundo juzga según las apariencias, pero Dios conoce el corazón. Entonces, cuando nosotros nos unimos al mundo en juzgar a otros según sus apariencias, estamos usurpando el lugar de Dios - el lugar de juez. Es por eso que dice el versículo cuatro que juzgamos con malas intenciones. La Reina Valera, que es más literal aquí, dice: "¿No...Venís a ser jueces con malos pensamientos?"

En otras palabras, cuando nuestro trato de otras personas se determina por su apariencia, entonces hay una incoherencia en nuestra fe. Decimos creer en un Dios que es el único juez justo, pero nos arrogamos el derecho que sólo Dios tiene - el derecho de juzgar. Llegamos a ser jueces con malos pensamientos, porque no tenemos ni el conocimiento suficiente ni el derecho de juzgar.
Es por esto que Jesús dijo tan claramente en Mateo 7:1: "No juzguéis, para que no seáis juzgados." La crítica de otros no tiene ningún lugar en el pueblo de Dios. Muestra una incoherencia entre nuestra fe y nuestra vida. Sólo Dios conoce el corazón, sólo él puede juzgar, y a nosotros no nos toca determinar el valor de otros.

Cuando quieras valorar a alguien en base a su apariencia o clase social, recuerda que Dios es el único que tiene el derecho de juzgar. Tú, más bien, aprende a conectar tu fe con tu vida y trata al hermano más humilde como tratarías al más pudiente.

Hay otra manera en que se tiene que conectar nuestra fe en Cristo con nuestra vida.

III. Nuestra fe en Cristo tiene que transformar nuestras alianzas

Todos tratamos de acercarnos y aliarnos a las personas que creemos que nos van a ayudar a sobresalir en la vida. ¡El hijo del principal de una escuela probablemente tendrá muchos amigos! Pero cuando llegamos a ser creyentes, entramos también en una nueva familia. Nuestra lealtad a la familia nueva tiene que ser más importante que los lazos viejos del mundo.

Vemos esto claramente en los versículos cinco al siete. Dios ha escogido a los que el mundo rechaza para ser parte de su pueblo. Pero cuando nosotros mostramos preferencia por lo que el mundo prefiere, entonces mostramos que estamos aún aliados con el mundo. Hay una incoherencia en nuestra vida. No hemos abandonado nuestras viejas costumbres de buscar a las personas que creemos que nos ayudarán a avanzar en el mundo.
En más de una ocasión se ha visto la entrevista de la madre de alguna estrella del momento. Después de contar acerca de la niñez de la persona que ahora es famosa, nos dice: "Ya nunca nos visita. No quiere que se sepa que es de familia humilde."

Al oír esas palabras, cualquiera de nosotros sentiría nada más que desprecio por una persona tan cínica. Sin embargo, es precisamente lo que hacemos cuando despreciamos a un hermano en la fe porque no pertenece a la misma clase social, o porque no creemos que nos pueda ayudar a avanzar en nuestra vida. Nuestros hermanos nos tienen que importar mucho más que la gente atractiva del mundo.

Además de esto, el mundo es el que difama y deshonra el nombre del Cristo que nos ha salvado. ¿Cómo, entonces, vamos a unirnos a su sistema de valores? ¿Cómo vamos a seguir pensando de la manera en que ellos piensan? Si hemos recibido el amor de Cristo en nuestros corazones, hay una gran incoherencia si le damos más importancia a lo que es importante según el mundo en vez de valorar lo que Dios valora.

Nuestra fe en Cristo tiene que transformar nuestras alianzas. La gente del mundo busca amistades que les ayudarán a avanzar en el sistema social actual. El creyente ha sido llamado a unirse a los que Dios está preparando para ser el núcleo de la nueva humanidad - y la mayoría de ellos no tienen ningún valor ante los ojos del mundo.

Una de las maravillas del mundo es el Gran Muro de China. Es un muro de miles de kilómetros de extensión, construido para mantener fuera a las tribus guerreras que vivían al norte de China en ese tiempo. La verdad es que sirvió su función. Los ejércitos invasores nunca la treparon. Pero invadieron China en varias ocasiones - usando el simple expediente de sobornar a los guardianes para traicionar a su país y dejarles entrar por la puerta.

El mundo está tratando de infiltrar a la iglesia, y a tu vida, de mil maneras. ¿Le dejarás entrar? ¿Serás como esos guardianes, que se dejaron sobornar? ¿O mantendrás firmes las defensas contra los ataques del enemigo? Es tiempo de decidir en qué lado vamos a estar, porque no hay espacio en el medio.

Pastor: Tony H.
Iglesia Triunfante