CULTIVANDO EL AGRADECIMIENTO

“Y saldrá de ellos acción de gracias, y voz de nación que está en regocijo, y los multiplicaré, y no serán disminuidos; los multiplicaré, y no serán menoscabados.”
Jeremías 30:19

El agradecimiento trae a su vida lo que la queja le robó.
Lo malo no viene de Dios. Por eso no tiene sentido andar quejándose. Dios desea lo mejor para usted y ya se lo ha provisto todo. Ahora es su fe, sus actitudes y acciones las que toman o dejan lo que Dios ya le dio.
El agradecimiento es un arma poderosa. El agradecimiento es fe, el agradecimiento es amor, el agradecimiento es alabanza y exaltación.

Debemos cultivar un estilo de vida de agradecimiento; al hacerlo nos ponemos en posición de recibir más.
La actitud de gratitud nos mantiene progresando. Por ser agradecidos, Dios nos multiplicará.

¡Los días que vienen son gloriosos para los agradecidos!

Para tener una actitud de gratitud, primero debemos cambiar la manera de pensar. Si usted piensa que no tiene, que no puede, que le falta, de su corazón saldrá queja. Si usted se enfoca en las bendiciones que Dios ya le dio, en que tiene vida y vida en abundancia, en que Él es su Padre y que usted no tendrá falta de ningún bien. Si usted se enfoca en lo que hizo Jesús por usted comenzarán a fluir ríos de agradecimiento de su corazón.

No abra la boca para quejarse, para influenciar a otros para mal o amargarlos. La queja se contagia y lo deja fuera de las bendiciones, sino piense en el pueblo que murió en el desierto.

Cada vez que recibe la Palabra puede comenzar a tener pensamientos nuevos y a confiar en Dios.
Jesús frente a Lázaro no hizo 40 oraciones, días de ayuno. Sólo agradeció. Él tuvo una actitud de agradecimiento. “Algo muerto puede revivir con su agradecimiento, aunque parezca imposible”

Si usted está enfermo, no le de gracias a Dios por la enfermedad, agradézcale por la sanidad porque ¡por las llagas de Cristo, usted está sano!

Usted tiene la capacidad de ser agradecido.

Oración: Padre gracias por Tu Palabra, gracias por mi familia y todas las cosas buenas que me has dado. Gracias porque estás conmigo siempre. Contigo todo es posible, me has hecho más que vencedor. Gracias, en el nombre de Jesús. Amén.